¿Quieres salvar el amor de tu vida?
¿Quieres hacerlo de verdad?
Pues hazlo con palabras que, al caer,
letra a letra, de tu boca
se vayan transformando en los pájaros
azules de la honestidad.
Díselo al oído: Mira, esta es mi promesa.
Aquí la tienes y aquí estará cada día.
Y entrégasela como un polluelo oculto en tus manos.
Y sigue hablando:
No me borraré cada vez que tenga miedo a las alturas,
ni a la primera cuesta que le salga al paisaje.
No es tan difícil, ¿ves?
Si quieres salvarlo, deshaz el pasado
y tu forma de romperlo,
vuelve sobre tus pasos,
mira tus huellas,
los errores impresos sobre la tierra,
y arréglalos con paciencia de artesano,
que es como se ganan y merecen las metas más altas.
Pon la palabra perdón sobre tus actos,
y ten un respeto por él, por ella,
abandona la calle de las justificaciones
si la ingratitud ha sido tu sendero
y haz que la disculpa vaya presentable.
Lleva tus palabras a un buen sastre,
vístelas con el traje sedoso de la sinceridad
y pide perdón como Dios manda,
con la humildad entre las manos
y el corazón abierto enfrente.
Los dos sabemos que a menudo las disculpas
son regalos vacíos,
formas de atrapar a otra persona en una jaula de palabras
recitadas solo para volver a conseguir sus favores.
Quien quiere a alguien se moja,
se empapa en el líquido viscoso de la duda,
y se lanza a corazón abierto a la piscina.
Quien no se quiere marchar nunca dice adiós,
siempre encuentra la manera de quedarse
o de pedirle que lo esperen.
Así que ya lo sabes,
si de verdad quieres salvar al amor de tu vida,
haz lo que haga falta
y hazlo a tiempo.
Ya hay demasiados amantes estrellados
por haber llegado tarde
dentro de los libros de poemas
Poeta: MARWAN
Imagen: Internet
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