Conté mis
años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de
aquí en
adelante, que el que viví hasta ahora…
Me siento
como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los
primeros
los comió con agrado, pero, cuando percibió que
quedaban
pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no
tengo tiempo para reuniones interminables, donde se
discuten
estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo
que no se va a lograr nada.
Ya no
tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar
de su
edad cronológica, no han crecido.
Ya no
tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero
estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero
a manipuladores y oportunistas.
Me
molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más
capaces,
para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las
personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo
es escaso como para discutir títulos.
Quiero la
esencia, mi alma tiene prisa…
Sin
muchos dulces en el paquete…
Quiero
vivir al lado de gente humana…, muy humana.
Que sepa
reírse de sus errores.
Que no se
envanezca con sus triunfos.
Que no se
considere electa, antes de la hora.
Que no
huya de sus responsabilidades.
Que
defienda la dignidad humana.
Y que
desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo
esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero
rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a
quienes los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer
con
toques suaves en el alma.
Sí…,
tengo
prisa…, por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo
no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy
seguro de que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta
es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi
conciencia.
Tenemos
dos vidas y, la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una…
Poeta: Mario de Andrade, (Poeta, investigador y crítico brasileño)
Imagen: Internet
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