Qué tristeza...La noche está llegando.
Se encienden una a una las estrellas.
La melodía azul de la distancia,
con violines de sombras y de sedas,
desde el fondo sin fin del infinito
en mi alma suena.
Qué tristeza...La noche está llegando.
Ya se encienden a cientos las estrellas.
El sol está llorando nubes rojas
prendidas en un manto de violetas
que se va desgarrando con el peso
de las palabras dichas sólo a medias...
Desde una aldea de papel de plata,
la lejana campana de una iglesia
va goteando bronce tembloroso
en círculos y círculos que llegan
más y más dentro de mi corazón,
fundiendo su latido en el latido
de mis venas...
Que tristeza...La noche está llegando
Ya se encienden a miles las estrellas.
El murmullo del agua en el arroyo
ya no habla de espuma entre las piedras,
ni de flor que se abre temblorosa
para sentir el beso de la abeja,
ni del sauce pegado a su reflejo,
ni del rayo de sol sobre la arena...
Solo se atreve a murmurar, callado,
de brisa que se arrastra entre la hierba
para poner, furtiva, su caricia
en los senos redondos de las piedras;
cosas apenas dichas, susurradas
con voz enamorada de poeta...
Se encienden una a una las estrellas.
La melodía azul de la distancia,
con violines de sombras y de sedas,
desde el fondo sin fin del infinito
en mi alma suena.
Qué tristeza...La noche está llegando.
Ya se encienden a cientos las estrellas.
El sol está llorando nubes rojas
prendidas en un manto de violetas
que se va desgarrando con el peso
de las palabras dichas sólo a medias...
Desde una aldea de papel de plata,
la lejana campana de una iglesia
va goteando bronce tembloroso
en círculos y círculos que llegan
más y más dentro de mi corazón,
fundiendo su latido en el latido
de mis venas...
Que tristeza...La noche está llegando
Ya se encienden a miles las estrellas.
El murmullo del agua en el arroyo
ya no habla de espuma entre las piedras,
ni de flor que se abre temblorosa
para sentir el beso de la abeja,
ni del sauce pegado a su reflejo,
ni del rayo de sol sobre la arena...
Solo se atreve a murmurar, callado,
de brisa que se arrastra entre la hierba
para poner, furtiva, su caricia
en los senos redondos de las piedras;
cosas apenas dichas, susurradas
con voz enamorada de poeta...
Qué tristeza...La noche está llegandoy tú no estás conmigo para verla.
Tu tendrás otra noche, otras campanas,
otro arroyo dormido, otras estrellas...
Será una noche azul, maravillosa...
Pero no será esta.
Tú vivirás tu noche.
Yo la mía...
¡Qué pena!
6 comentarios:
La verdadera tristeza es vivir noches separados y en soledad.
Silencio, es el amor que pasa.
Un beso enorme.
Mi vida, qué bellas palabras. Es una tristeza descrita con mucha belleza. Te dejo mi cariño
la melodía azul de la distancia
porque será que el azul y la tristeza van de la mano?
un beso*
Alatriste, me has dejado mudita con tus palabras...pero un dia oirás el ruidito del amor que llega, ya lo vas a ver...eso si...tiene que ser alguién que merezca mucho la pena, no se encuentran Alatristes todos los días.
Un beso enorme.
Maria Jesús, tu cariño me lo llevo puesto todos los días, ya no podría pasar sin él.
Un beso grande.
No lo sé noche estrallada, pero mejor pintar con el color del arco iris, y asi son los colores cuando entras que dejas tu noche estrellada aqui, y todos los colores del iris.
Un beso grande, grande.
las estrellas son ventanitas del cielo que nos permiten ver que hay un mas alla muy luminoso lleno de esperanzas...a mi me guian en mi derrotero de naufrago.la noche mas oscura es cuando cierro los ojos...
Que cosas más bonitas dices tinta del corazón, espero que las ventanitas no se cierren nunca. Besitos.
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