DE. INMA CHACON
La arena del reloj es silenciosa,
y paciente,
sabe que no depende de ella
su quietud,
ni la velocidad con que sus granos
se lanzan al vacío.
No es suyo el movimiento.
Y, sin embargo,
espera,
pacientemente espera,
segura del momento
en que llegará la mano
segura del placer
que guarda en esa vuelta
que la devuelve al hueco
donde cobra sentido.
La arena del reloj es silenciosa,
y paciente,
sabe que no depende de ella
su quietud,
ni la velocidad con que sus granos
se lanzan al vacío.
No es suyo el movimiento.
Y, sin embargo,
espera,
pacientemente espera,
segura del momento
en que llegará la mano
segura del placer
que guarda en esa vuelta
que la devuelve al hueco
donde cobra sentido.