sábado, 1 de mayo de 2010

CON LA SIMPLE PALABRA


Con la simple palabra de hablar todos los días,
Que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
Voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
Así como las playas casi no son mar.
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
Que es la vejez eterna de la eterna niñez,
La ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
Muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
Amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
Pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
Siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
Pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río,
Y que en cada cascada se purifica más,
Voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
Con la simple palabra que no muere jamás.

SUCESIVA




Déjame acariciarte lentamente
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial de tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.

Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.

EL BESO



A veces nuestros labios, como locas
mariposas de amor, se perseguían;
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.

Los míos murmuraban: -¡Me provocas!
Los tuyos: -¡Me amedrentas!, respondían;
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.

Recuerdo que, una tarde, la querella
en el jardín, llevando hasta el exceso,
quisiste huir, mas, por mi buena estrella,

en una rosa el faldellín fue preso,
y que, después, besé, la rosa aquella,
por haberme ayudado a darte un beso.